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El premio que me entregó Jordi Rivera, Director de Producto y Sostenibilidad de Icárion, en colaboración con Air France-KLM y el Eco-Lodge Sawa Mara, consistía en un viaje solidario a Kenia “Conviviendo con Masais en el Mara” por una semana, para dos personas. Solo tenía que decidir acompañante y fechas. No tenía palabras, no me lo podía creer, sólo había pisado África para visitar Egipto y de eso hacía más de una década. La compañía fue fácil de decidir: una compañera de aventuras desde hace años. Las fechas, no tanto, ya que al trabajar las dos en turismo teníamos libre sólo la temporada baja… así que mayo fue el mes ganador. Sin duda, ¡un acierto!
Tradicionalmente se ha considerado que la temporada de “lluvias largas” en el Este de África va de marzo a junio. Sin embargo, con el cambio climático es muy difícil de predecir cuándo llegarán las lluvias y, en cualquier caso, incluso las “lluvias largas” consisten en chaparrones que no suelen durar más de un par de horas. Pero la lluvia es vida: la sabana reverdece, los animales tienen acceso a su alimento y la naturaleza adquiere su aspecto más exuberante. Además, la afluencia de turistas es mucho menor y la experiencia en la naturaleza mucho más intensa e íntima.
El vuelo fue con Air France de ida y con KLM de vuelta. Teniendo en cuenta estas largas distancias vale la pena volar con compañías de bandera del nivel de estas dos. Ambas compañías se fusionaron hace unos años formando un grupo muy grande que ofrece amplias garantías entonces. Air France es la compañía nacional francesa y sus vuelos son a través del aeropuerto de París, con conexiones super cómodas en mi caso. Y KLM es holandesa por lo que los vuelos fueron a través de Amsterdam Schipol. Los aviones eran modernos y cómodos y el trato de las tripulaciones muy profesional y agradable. En ambos casos el catering a bordo estaba incluido, así como franquicia de equipaje facturado y de mano, sin sorpresas, incluyendo además una maleta adicional (la maleta solidaria). Además, sabiendo ahora que usan parte de combustible SAF (Sustainable Aviation Fuel), con la conciencia mucho más tranquila.
Llegamos a Nairobi bastante tarde, así que hicimos noche en el hotel Western Plus Meridian Hotel la primera noche. Y durante el desayuno recibimos unas clases prácticas de Suajili de una de sus recepcionistas, “Karibu” para darnos la bienvenida y el continuo “Jambo” para saludar. Pero la que más nos quedó fue “Asante” para dar gracias.
Nuestro destino estaba en la sabana a la que nos dirigimos después de desayunar. Gracias a nuestro chofer particular David, viajamos hasta el Sawa Mara Camp, cruzando el Valle del Rift con sus increíbles colores, su extensa planicie y sus volcanes dormidos. Hicimos una parada en Narok, la capital Masai para reponer fuerzas con unas “Ndengu beans” súper nutritivas.
Al llegar al campamento nos recibió el mismísimo Kikanae Ole Pere William, líder Masai, que nos asignó la habitación “Hipopótamo”, muy cerquita de la fogata. Todas las “habitaciones” tienen nombre de animales, más que una habitación es una tienda de campaña gigante con todas las comodidades que podíamos necesitar y ¡una ducha al aire libre con agua caliente! Estábamos en el paraíso.
Después de una cena deliciosa fuimos a disfrutar de la fogata que ardía gracias a la maestría del que se convertiría en nuestro inseparable Oletinga. Junto al fuego, William nos explicó que el sueño que tuvo de pequeño de ofrecer educación y mejor futuro a su comunidad se hizo realidad gracias a Rosa Escandell y su organización ADCAM. Ellos han conseguido que las mujeres de la comunidad hayan podido prosperar gracias a la venta de sus artesanías, que los pequeños no tengan que caminar decenas de kilómetros para acceder a una buena escuela y que los jóvenes puedan aprender una profesión en el mismo lodge dónde nos hospedábamos.
Después de escuchar esta historia tan conmovedora los guerreros masai nos ofrecieron una de sus danzas alrededor del fuego con cánticos y saltos de vértigo. Nos hicieron partícipes de parte de su cultura y de su increíble hospitalidad.
El primer día nos levantamos antes del amanecer para nuestro safari a pie por la sabana donde pudimos apreciar muchos de los animales que teníamos en nuestra lista de más deseados y un desayuno bajo la acacia ADCAM, toda una experiencia para los sentidos.
Esa misma mañana fuimos a la Manyatta (pueblo masai) más cercana, donde nos recibieron las mujeres al ritmo de sus cánticos, nos dieron la bienvenida mostrándonos sus casas de adobe. Cómo colofón a la visita, nos prepararon un mercadillo de artesanía donde nos costó decidir entre tantísima variedad, pero donde conseguimos todos los regalos que necesitábamos para traer a nuestros amigos.
Esa misma tarde hicimos un safari y nos dirigimos al río para ver a los hipopótamos. Verlos salir del agua en hilera fue una experiencia increíble. Contemplar esta escena tan impresionante, tan cerca, conscientes de que es un privilegio… se te corta la respiración. Al finalizar el día ya habíamos visto cebras, gacelas, ñus, jirafas, hienas, impalas, elefantes, chacales, guepardos e hipopótamos.
Pasamos la noche en un claro del bosque, durmiendo en una tienda de campaña en plena naturaleza con nuestro nuevo amigo, Oletinga, guardándonos de los animales nocturnos junto al fuego.
Por la mañana temprano disfrutamos de un safari matutino donde pudimos ver facóqueros, “Pumba”, en el Rey León, topis y los majestuosos eland. Fue un día tranquilo, disfrutando de cada regalo que la naturaleza nos ofrecía.
Al día siguiente fuimos al mercado semanal de ganado, ropa y comida. Increíble ver a los Masais junto a su ganado y poder compartir sus reuniones y sus regateos. Hicimos una visita a la clínica local gracias a la cual reciben asistencia sanitaria los lugareños, con notables deficiencias de aprovisionamiento, pero con la mayor de las voluntades de servicio a la comunidad. Por la tarde tuvimos la increíble suerte de ver de cerca, a pocos metros, a una pareja de rinocerontes blancos. En realidad, los rinocerontes no son ni blancos ni negros. Estos nombres provienen de una confusión entre las palabras inglesas “White” (blanco) y “Wide” (ancho. La diferencia más evidente entre ambas especies es la forma del labio. Para acabar el día nos tomamos una cervecita con vistas a la sabana en una zona elevada para disfrutar del que dicen que es el atardecer más hermoso del mundo. Estoy de acuerdo.
El viernes tocaba visita al área Norte del Masai Mara y no nos defraudó. El Masai Mara nos ofreció un soberbio espectáculo: jirafas majestuosas, cocodrilos camuflados en el río, inmensos elefantes, perezosos hipopótamos, veloces avestruces y una bellísima leona esperando el momento adecuado de emprender la búsqueda de comida. Nosotras disfrutamos de un picnic a la sombra de una acacia, rodeadas de animales, naturaleza y belleza sinigual.
Nuestro viaje llegaba a su fin y no nos podíamos ir sin entregar nuestra maleta solidaria (proyecto fabuloso de Icárion y Air France-KLM) a la escuela del ADCAM Project. Unos bolígrafos rojos para los profesores y azules para los alumnos, libretas para los profesores, lápices y gomas de borrar para los más pequeños, siguiendo las recomendaciones de ADCAM.
Sin duda, este viaje a África nos ha dejado una huella indeleble en la retina y en el corazón.
Hablan de la “maldición” de África. Cuando eres víctima de su hechizo, jamás la podrás olvidar y pasarás el resto de tu vida soñando con regresar. Y así es, África enamora, sin filtros, cruda, con sus particulares perfumes, sus increíbles colores y sus cálidos cantos. Sin duda un paraíso en la tierra de nuestros ancestros.
Gracias, ‘Asante Sana’ a todos los que habéis hecho posible este sueño.